
"El icono no es una pintura, no se lo examina como un cuadro, sino con la mirada de la fe, se deja que la imagen nos hable al corazón, lo que se traduce por la perspectiva inversa. El punto de fuga se sitúa en el hombre, lo conduce a su centro. Para acoger las Presencias Espirituales, la iconografía obedece a leyes muy estrictas; por ejemplo, tres días de ayuno antes de dibujar algunos trazos que manifiestan movimientos de vida, como en el caso de la mirada. Estos gestos deben de estar purificados de toda emoción y pensamiento personales, pues son portadores de Otra naturaleza más que nuestra naturaleza apasionada. El icono vuelve visible lo invisible, revela el Rostro interior de un santo, de la Virgen o de Cristo. Cuando usted mira la foto de un amigo, es la persona lo que ve en el papel; en el icono, es la Presencia la que se venera a través de la imagen, y no el objeto en si mismo, pues esta Presencia real, dinámica, viva, despierta por analogía un estremecimiento interior que hace del fiel un participante en el misterio de la Vida, que es movimiento. El icono es una plegaria visible, nos sitúa en resonancia con lo trascendente, la eternidad"
Parabéns, gostei muito do conteúdo do blog...
ResponderEliminarAtt.,
http://wwwteologiavivaeeficaz.blogspot.com/
Profº Francisco Netto
¡Cristo ha resucitado!
ResponderEliminarGracias, Francisco.
ieromonah macario