
Entre los iconos de la época preiconoclasta ha quedado sólo un número limitado de cuadros sobre madera pintada a encáustico. En Roma se encuentra la Virgen de la clemencia conservada en Santa María de Transtévere y la Virgen con el Niño de Santa María Nova (Santa Francesca Romana).
En el monasterio de Santa Catalina del Sínai se conservan San Pedro, el Busto de Cristo, la Virgen en el trono entre san Teodoro y San Jorge, y los tres jóvenes en el brasero. En Kiev se encuentra la Virgen con el Niño, San Juan Bautista, los Santos Sergio y Baco y una cuarta pintura que representa santos aún por identificar. Lejos de alcanzar el modelo icónico que ya es manifiesto en los mosaicos de San Demetrio en Salónica, estas pinturas sobre maderas representan un periodo de transición en el que se pueden observar los distintos componentes de la síntesis bizantina.
La Virgen con el Niño conservada en Roma mira con sus grandes ojos a quien la observa. El modelo del rostro contrasta con sus rasgos estilizados a la manera oriental. La obra anuncia el tipo de la "Conductora", la Madre que indica el camino y guía al fiel.
Sentada en el trono, María está rodeada por dos santos guerreros. Unos ángeles en segundo plano alzan los ojos hacia la mano de Dios de la que brota un rayo triangular de luz que desciende sobre María. Los ángeles y la Virgen son dibujados siguiendo la estética antigua.
Jesús tiene el cuerpo de un niño pero la frente dilatada del rostro presagia el futuro niño- adulto de los iconos. Los dos últimos protagonistan documentan otro tipo de realización: la actitud es reservada y altanera, los ojos rasgados, el gesto de las manos que llevan la cruz es rígido y estereotipado y los hábitos de dignatarios romanos son transformados en telones planos tejidos de ornamentos. Al cariz icónico que va tomando se añade el dorado que le da la aureola pasa a la cruz y las túnicas anunciando el procedimiento del assit. Tras los personajes representados, una arquitectura decorada presagia las sucesivas composiciones de los iconos.
El retrato de San Pedro sigue fielmente el estilo clásico de Fayum. Sobre el santo tres bustos inscritos en sendos medallones representan al Cristo, la Virgen y san Juan Evangelista. Estilizados e idealizados ofrecen un acabado preicónico. Como en el icono de la Virgen en el trono entre san Teodoro y san Jorge, la arquitectura del fondo anuncia el modelo propio de los futuros iconos.
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